Hace un año abrimos MOS en Masaryk con un objetivo claro: que cada visita se sintiera distinta.
No solo por la tecnología, los protocolos o el espacio. Sino porque desde el primer “bienvenida” la persona sintiera calma, confianza y la certeza de que está en manos de alguien que la entiende.
En este aniversario, más que mirar atrás, me quedo con cada una de esas miradas al espejo, con cada gesto de alivio y con las historias que se han ido sumando a nuestro día a día.
Eso es lo que celebramos hoy en Masaryk: no un calendario, sino una experiencia compartida.
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Sara Merian
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